Mientras los gigantes tecnológicos como Google y Meta avanzan en el desarrollo de inteligencia artificial que piense y hable como un humano (o mejor), Elon Musk tiene entre sus prioridades de cara al futuro proyectos para ir directamente al cerebro humano, para conectarlos con las máquinas.
En 2016, el magnate lanzó Neuralink, una empresa de desarrollo de chips cerebrales implantables, los cuales deberían conseguir las aprobaciones regulatorias. Tres años después, antes de la pandemia, había prometido obtenerlas a finales de 2020, pero todo se retrasó ante la emergencia.
A fines de 2021, Musk aseguró que los ensayos comenzarían en 2022, pero los retrasos siguen siendo grandes, y él mismo le manifestó su frustración a sus empleados, según lo cuenta Reuters en base a testimonios de empleados de la compañía. Pero lo cierto es que no se sabe en qué grado de progreso está la solicitud ante la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
Ante este lento progreso, Elon Musk inició conversaciones con el desarrollador de implantes Synchron Inc., fundada en 2016, que sí logró un tipo de chip que puede ser implantado sin necesidad de cortar el cráneo y se encontraría en una etapa más avanzada en el proceso de habilitación.
Las fuentes de Reuters sostienen que el dueño de Tesla y líder del proyecto SpaceX se puso en contacto con Musk se puso en contacto con Thomas Oxley, fundador y director ejecutivo de Synchron, para discutir un potencial acuerdo. No está claro todavía si se trata de una compra o una asociación, ya que ninguna de las empresas quiso referirse al tema.
El objetivo de los chips cerebrales de Synchron es ayudar a pacientes paralizados, permitiéndoles manejar sus dispositivos electrónicos sólo con la mente. Pero más allá de esta utilidad, su desarrollo abre todo un campo de posibilidades en la creación de nuevos dispositivos y softwares basados en esta conexión cerebral.
El producto Stentrode fue aprobado por la FDA el año pasado y efectivamente ya asiste a personas con parálisis severa a enviar mensajes de texto, mails, comprar en línea y acceder a servicios digitales. Para ello, sólo deben pensar en mover sus extremidades, y los sensores registran esos impulsos para convertirlos en movimiento digital.