En la era de la hiperconectividad, una tendencia que busca resistirse y preservar el bienestar digital gana adeptos en distintas generaciones. Su insignia son los dumbphones o “teléfonos tontos”, dispositivos con funciones básicas que resurgen como una oposición directa a los teléfonos inteligentes.
Sin redes sociales, con baja resolución, sin asistentes de inteligencia artificial, algunos a blanco y negro y otros con apenas un par de juegos retro, los dumbphones ganan fuerza en el mercado debido a su oferta limitada a las funciones básicas.
Al eliminar de raíz el acceso a internet, estos dispositivos, que son los abuelos de los teléfonos actuales, se convierten poco a poco en una solución a los problemas relacionados con la hiperconectividad, como el tecnoestrés, la ansiedad y el aislamiento.
Aunque la merdadotecnia de los dumbphones se orienta principalmente a personas mayores que no se han adaptado a los smartphones y prefieren usar un terminal tradicional, también su popularidad se ha elevado entre padres preocupados por la adicción a las pantallas de sus hijos.
“Teléfonos tontos”: crece el uso de celulares sin acceso a internet
César Córcoles, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación, y director del máster universitario de Desarrollo de Sitios y Aplicaciones Web de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica que “un segundo mercado está surgiendo ahora que se ha extendido un movimiento que quiere alejar a niños y preadolescentes de las pantallas”.
El segmento de edad, según el especialista, abarca de los 12 a los 16 años, con padres que prefieren aplazar el uso del smartphone hasta los 16, pero que sí quieren que sus hijos tengan un teléfono móvil. Además, estos dispositivos básicos ganan popularidad en jóvenes de la generación Z que buscan una desintoxicación digital.
UNA ALTERNATIVA PARA LA DESINTOXICACIÓN DIGITAL
Silvia Martínez, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, y directora del máster universitario de Social Media: Gestión y Estrategia, también de la Universitat Oberta de Catalunya, detalla que “se está escuchando más esa tendencia de que generaciones más jóvenes y digitales están buscando aproximarse a este tipo de dispositivos porque dedican muchísimo tiempo a estar conectados, ya que su vida gira en torno a esas aplicaciones a las que se conectan desde su móvil”.
A esta acción se le denomina desintoxicación digital y consiste en un proceso al que muchas personas han recurrido para abstenerse de usar dispositivos electrónicos, principalmente el teléfono móvil, pero también puede incluir laptops, tabletas, televisores y otros con el objetivo de conectarse con el mundo físico e interactuar con lo que nos rodea.
Las consecuencias psicológicas que trae la hiperconexión son la motivación principal de los jóvenes que buscan una desintoxicación digital a través de los dumbphones.
Algunas patologías reconocidas en el campo de la medicina son la ciberadicción, un trastorno que se caracteriza por el uso abusivo del internet. En tanto, el síndrome de fiperconexión es otra condición que resulta de la exposición constante a la tecnología y la información en línea y puede llevar a una sensación de dependencia y ansiedad por estar en línea.
El tecnoestrés es otro trastorno común en las personas que, ya sea por motivos laborales o personales, tienen un contacto constante con la tecnología y tienen dificultades para hacerlo de manera saludable. La población joven es la más afectada, según datos de la Universidad Nacional Autónoma de México.
LA DEPENDENCIA Y LA HIPERCONECTIVIDAD
Por su parte, la Universidad Anáhuac contempla algunos daños a la salud relacionados con el uso excesivo de la tecnología, como depresión, pérdida de placer en las actividades diarias, sedentarismo, sobrepeso y obesidad, trastornos del sueño, pérdida de memoria, fatiga, tensión ocular y fobias como la nomofobia, que es el miedo a no tener a la mano el celular.
Aunque en Latinoamérica no se cuenta con cifras sobre el uso de los dumbphones, en España el Estudio Generación SPCial sobre hábitos de desconexión digital de los jóvenes, realizado a españoles de entre 18 y 35 años, revela que 12.2 por ciento de los usuarios ya ha cambiado su teléfono inteligente por un “teléfono tonto”, pues, según los especialistas, carecer de las opciones de conectividad ayuda a los usuarios a marcar distanciamiento y a disfrutar mejor de su tiempo, con alternativas de ocio y distracción.
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Los problemas de la dependencia y la hiperconectividad han escalado en los últimos años y en diferentes ámbitos de la vida cotidiana. En muchos países, incluidos México y Ecuador, ha sido necesario reconocer el derecho a la desconexión digital como un derecho laboral, de modo que los trabajadores eviten responder a las comunicaciones laborales que reciban fuera de su horario y sean protegidos por la ley.
A pesar del esfuerzo de los usuarios, la desconexión total resulta casi imposible en un mundo que funciona gracias a la tecnología, por lo que el uso de los dumbphones es una solución con alcance limitado.
En ese sentido, expertos consideran que es necesario que los gobiernos, proveedores y clientes tomen conciencia de los estragos de la hiperconectividad y formulen estrategias factibles y realistas para solucionar la dependencia digital.
Publicado en cooperación con Newsweek en Español