El COVID-19 no ha tenido solo un impacto económico, sino también físico y mental; y eso se reflejó en las búsquedas de los principales buscadores de internet. Según Google Trends, durante la pandemia los consumidores han aumentado su interés en nuevas formas de mantenerse sanos física y mentalmente.
Como era de esperar, nuevas prácticas de bienestar se han instalado en la vida cotidiana, incluso en aquellas personas que han podido mantener algunos aspectos de su rutina. Entre las últimas tendencias de bienestar se encuentran los baños de sonido, ¿pero de qué se tratan?
“Me gusta decir que son un viaje sensorial, una inmersión completa en el sonido”, explica dulcemente Belén Ortega.
Hace cinco años ella los descubrió por primera vez en Tulum, México y desde entonces, viajó a diferentes lugares para tomar clases con instructores de distintas partes del mundo con la intención de traer esta experiencia a la Argentina.
Suaves sonidos se desprenden de cuencos de cuarzo, tibetanos, gong, diapasones, handpan, diferentes campanas, que invitan a sumergirse en la frecuencia de la naturaleza. La práctica, que dura entre 45 minutos a una hora, es simple: se necesita un espacio tranquilo para permitir que el sonido sea el que guía, uno se relaja automáticamente a su propio ritmo, y así puede observarse y escanear su cuerpo y emociones.
“Los sonidos nos resultan muy amigables rápidamente porque son sonidos ancestrales; podríamos decir que ya están en nuestro ADN. Los baños de sonido te transportan a otro mundo para relajarte. Son completamente reparadores, se llaman “baños” porque limpian cada célula del cuerpo”, nos comenta Belén. Ella tuvo un aprendizaje interno y externo durante mucho para ahora poder brindar esta experiencia tanto para hombres como para mujeres. Y vale la aclaración de este profundo trabajo interno porque este tipo de sonidos no es como aprender a tocar un instrumento convencional.
“Una italiana, en el Duomo del sonido, me enseñó cómo trabajar los centros energéticos con los cuencos de cuarzo. Don Conreaux fue mi gran maestro de los baños de gong, quien lleva casi 70 años enseñándolos en el mundo. Un español me enseñó sobre los handpan y cómo las distintas campanas afectan al estado de ánimo. Y con otra maestra canadiense aprendí a manejar las frecuencias del sonido con tuning forks”. Quien experimente este masaje sonoro sentirá cómo el sonido penetra desde la piel hasta llegar a las células. Cada frecuencia afecta a uno o varios órganos de nuestro cuerpo, a una emoción y a un pensamiento.
En general los baños de sonido equilibran: mente, cuerpo y emociones. Son sonidos binaurales, es decir, trabajan con las ondas alfa y theta del cerebro que están relacionadas con un estado de relajación profunda.
Los distintos sonidos calman a las mentes más agitadas, dejando en evidencia que sus beneficios son muchos, eliminan la ansiedad y el miedo, mejora la calidad de sueño, calma pensamientos obsesivos, entre otros.
Actualmente algunas empresas multinacionales como Google los ofrecen a directivos para reducir el estrés y para potenciar la creatividad en equipos de trabajo. Cuando la mente está despejada está más estimulada para abrirse al cambio y a generar nuevas ideas. Uno se mantiene más enfocado y aumenta la productividad. Y ahora, en tiempos de pandemia, otra de las características que más resaltan es que mejora la calidad del sueño, libera la tensión y los bloqueos del cuerpo y te vuelve a conectar con el entusiasmo.
Desde que empezó la pandemia la demanda de los baños de sonido aumentó notablemente, se pueden tomar sesiones grupales o individuales.
Para conocer de qué se trata esta experiencia y vivir en primera persona un poco lo que se siente en una sesión, todos los lunes a las 19.30hs Belén Ortega brinda un baño de sonido “express”, sin cargo, a través de su cuenta de Instagram @belenortegasound dando la posibilidad para que todos puedan revitalizarse y conectar con sus emociones.
