Los Israelíes “quieren un lugar que no es suyo”, dice Ezzedin, un palestino de 19 años desde su cama de hospital en Jerusalén, tras haber perdido la visión de su ojo izquierdo en los enfrentamientos con la policía israelí en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, escenario de importantes violencias que se han saldado con centenares de heridos. Los palestinos heridos llenan los pasillos del hospital Makassed, en Jerusalén-Este.
Algunos perdieron un ojo por las balas de goma. Ezzedin, carpintero de la ciudad de Naplusa, en el norte de Cisjordania, acudió a la mezquita Al Aqsa, en la Explanada, el viernes por la noche para las oraciones del ramadán cuando la policía empezó a disparar granadas aturdidoras y gases lacrimógenos, al tiempo que los palestinos lanzaban piedras y otros proyectiles. Ezzedin es el mejor de seis hermanos y no quiere dar su apellido porque llegó a Jerusalén ilegalmente para rezar.
Más de 700 palestinos y unos 50 policías israelíes resultaron heridos desde el viernes en los enfrentamientos en Al Aqsa y otras partes de Jerusalén-Este, ocupada desde 1967 por Israel y posteriormente anexionada.
El director del hospital Makassed, Adnan Farhud, asegura que ha recibido más de 200 pacientes desde que comenzaron los disturbios. La mayoría con lesiones en la cabeza, el pecho y las extremidades, heridas que según él muestran que las fuerzas israelíes tenían la intención de causar lesiones importantes. Los líderes israelíes insistieron en que su policía actuó apropiadamente frente a los instigadores de la violencia.
La Media Luna Roja palestina anunció la apertura de un hospital de campaña para tratar a los heridos antes de evacuarlos a hospitales palestinos locales. En el hospital Augusta Victoria, en Jerusalén-Este, también se abrió una sala especial de urgencias para atender a los heridos.
Según Adnan Farhud, la violencia en Jerusalén es la peor en años, aunque menos grave que en 1990, cuando murieron casi 20 palestinos en enfrentamientos con la policía en Al Aqsa. “Antes utilizaban balas reales”, dijo el responsable médico. “Ahora, están usando balas de goma”. Siraj, de 24 años, uno de los pacientes de este hospital, tiene que ser trasladado en silla de ruedas al quirófano tras sufrir una lesión en el bazo consecuencia de una bala de goma.
Con la camisa todavía cubierta de pintura blanca por su trabajo en la renovación de apartamentos, Siraj explica que fue directo del trabajo a Al Aqsa para rezar y resultó herido cuando la policía irrumpió en la mezquita. “Dispararon a todo el mundo, a los jóvenes y a los ancianos”, recuerda. “Dispararon una granada aturdidora en mi dirección y me dieron en las piernas”, dice.
Según él, las acciones israelíes solo sirven para “provocar a los jóvenes”. Las autoridades israelíes insisten en que están respetando el derecho de culto de los musulmanes en la Explanada de las Mezquitas, pero que se han visto obligados a reprimir disturbios instigados por los palestinos dentro del recinto.
Según la organización Amnistía Internacional, “las fuerzas israelíes han desplegado repetidamente una fuerza desproporcionada e ilegal para dispersar a los manifestantes”. “Hemos mostrado mesura” en Jerusalén dijo el lunes el comisario de policía Kobi Shabtai a la televisión israelí N12. Pero Israel se prepara “a quitarse los guantes”, advirtió.