El primer ministro cubano, Manuel Marrero, afirmó que la mayor parte de la isla caribeña se abriría al turismo internacional a partir de la próxima semana, mientras que avanza hacia lo que se ha denominado una «nueva normalidad» luego de contener el brote de coronavirus.
El país, que cerró sus fronteras hace seis meses en un intento de frenar la propagación del virus, se ha ido abriendo gradualmente al turismo de cara a la temporada alta de noviembre-marzo, primero en los cayos del norte de la isla y luego en el balneario de Varadero, a unos 110 kilómetros al este de La Habana.
Un total de 13 de las 15 provincias de Cuba, y su municipio de la Isla de la Juventud, estarán ahora listas al turismo, dijo Marrero en una conversación transmitida por la televisión estatal. Aún no se abrió el turismo en La Habana, su capital, que parece haber controlado una segunda ola de infecciones con medidas estrictas, incluido un toque de queda nocturno.
El turismo internacional es una de las principales fuentes de ingresos de divisas de Cuba, por lo que su suspensión de este año ha asestado un golpe a la economía con problemas de liquidez, incluso cuando Estados Unidos ha seguido endureciendo su embargo comercial de hace más de seis décadas.
«Ahora, en esta tercera fase que se actualiza, se abren todas las provincias a la posibilidad a vuelos internacionales», dijo Marrero, al señalar que los viajeros que lleguen serán examinados con pruebas de PCR.
El turismo internacional es una de las principales fuentes de ingresos de divisas de Cuba, por lo que su suspensión de este año ha asestado un golpe a la economía con problemas de liquidez.
El sistema de salud universal y comunitario de Cuba ha contenido su brote y reducido la mortalidad al hospitalizar todos los casos confirmados, rastrear y aislar a sus contactos y aplicar una serie de tratamientos terapéuticos. Cuba reporta solo 11 muertes debido al COVID-19 por millón de habitantes, en comparación con los 203 en República Dominicana y 647 en Estados Unidos, según muestran las estadísticas de la Universidad Johns Hopkins.
Sin embargo, eso ha tenido un costo. El Estado, por ejemplo, ha pagado por colocar 115.000 casos sospechosos y contactos de casos confirmados en instalaciones de aislamiento, según Marrero. De ellos, menos del 5% dio positivo al virus. A partir de ahora, Cuba permitirá que la gente se aísle en sus casas, dijo Marrero.
El presidente Miguel Díaz-Canel dijo en la mesa redonda que el país había demostrado que había aprendido a vivir con el virus, frenando su segunda ola de infecciones mejor que la primera y recortando drásticamente la tasa de mortalidad.
Como tal, la vida económica y social podría reanudarse manteniendo estrictas medidas anti-COVID como el uso de barbijo y el distanciamiento físico, añadió. «La pandemia nos cuesta y ha tenido un alto impacto en nuestro presupuesto estatal, pero hemos trabajado bajo un principio no negociable: el principal tesoro es la vida del pueblo cubano«, dijo.
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