Cascadas, restos fósiles del antiguo jurásico, trekking guiados y unas de las mejores vistas a la cordillera de Los Andes son parte del atractivo natural que ofrece recorrer la ruta nacional 40 a la altura de Malargüe, localidad más al sur de Mendoza, que además tienta al visitante con lo mejor de su gastronomía regional como es el chivito.
«En plena ruta nacional 40 nos encontramos con las Cascadas de Manqui Malal donde podemos observar restos fósiles del antiguo Jurásico como amonites y bivalvos, simplemente a pie a través de un trekking guiado que finaliza al pie de una cascada de casi 30 metros», describió el director de Turismo de Malargüe, Marcelo Rivarola.
Manqui Malal, que en el vocablo significa ‘barda de cóndores’, es un lugar de singular belleza de montaña donde las historias paleontológicas y geológicas dan muestra de la historia de la tierra y sus extraordinarios movimientos.
Fósiles e impresiones en las rocas manifiestan la presencia de antiguos mares intrusivos que visitaron estos lugares, hoy a más de 1.800 metros de altura.
Este complejo que posee cascadas es uno de los sitios imperdibles de la ruta nacional 40 en Malargüe, «la más emblemática del país que nos invita a recorrerla y disfrutar de sus atractivos», destacan desde esa comuna del sur de Mendoza.
Este lugar cuenta con un restaurante donde se puede merendar con pastelería artesanal o degustar la gastronomía regional y uno de nuestros platos recomendados: chivito al horno acompañado con papas rústicas.
Sobre la misma ‘Cuesta del Chihuido’ el visitante se cruzará con Turcará Aventuras, con senderos autoguiados, sitio favorecido por encontrarse en la parte más alta de la emblemática 40.
«Durante el recorrido se pueden observar las maravillosas vistas panorámicas que ofrece la cuesta, descubriendo a su paso miradores encantados, cascadas de agua cristalina, cárcavas de piedra marcadas por el paso del tiempo y gran cantidad de fósiles marinos», comentó Rivarola.
Para los aventureros, Malargüe ofrece allí también el conocido ‘Puente Tibetano’, que une dos bardas a 20 metros de altura, tramo que se continúa con una caminata por el playón de bivalvos, fósiles marinos de más de 160.000.000 de años, «donde se aprenden los procesos de fosilización e historia del levantamiento de la cuesta», describió el directivo.
Una vez allí, la aventura entre montañas continua con la Vía Ferrata, en la que se recorre un balcón natural a más de 60 metros de alto para ingresar a una caverna.
Turcará Aventuras es pionero en turismo accesible para que personas con discapacidad motriz puedan disfrutar de este extraordinario lugar.
Por «la 40» se llega también a Llano Blanco Geoparque, con un alto valor paleontológico, arqueológico e histórico donde entre otros puntos de interés destacan los corrales, el molino, el bosque petrificado, los asentamientos de pueblos originarios y la capilla.